miércoles, 21 de julio de 2010

La balanza de la confianza

Uno se encuentra en todos y cada uno de los ámbitos que le rodean (sentimental, laboral, familiar, amistoso,…) situaciones en las que debe apoyarse en uno de esos invisibles mecanismos que el complejo cerebro humano tiene en sus adentros: la confianza. Y digo esto porque conforme uno va cumpliendo años y acumulando experiencias sobre sus espaldas se da cuenta de la importancia que adquieren ciertos valores humanos que años atrás parecían sólo palabras. De todos ellos uno de los más importantes, por no decir el que más, es la confianza.

Siempre he tenido la opinión de que en la vida existen dos tipos de personas: las que por defecto se fían de la gente y las que por defecto hacen todo lo contrario, desconfiar de todo el mundo. Yo me considero de los primeros. Parto de la base (quizás equivocada) de que el ser humano no tiene malas intenciones conforme nace. Es por ello que siempre hay que dar un voto de confianza a las personas cuando no se las conoce, o eso es lo que yo pienso. Si uno se para a pensar, la confianza es fundamental en el día a día para poder sentirse realizado con uno mismo. Se pueden poner ejemplos de todo tipo ya que como comentaba al principio afecta a todos los ámbitos de la vida.

Por ejemplo y sin ir más lejos la confianza es en mi modesta opinión la base de cualquier relación sentimental que quiera llegar a buen puerto. De existir, esa confianza te permite estar tranquilo en esos momentos en los que otros se comen las uñas, se suben por las paredes o se ponen a golpear lo primero que pillan por delante.

En el trabajo, te permite estar tranquilo cuando delegas en alguien que es de tu confianza, mientras que por el contrario te hace estar a la expectativa cuando delegas en alguien que no es totalmente de tu confianza.

En el fondo el funcionamiento es muy sencillo. Si una persona te pide que confíes en ella y no te defrauda fortalecerás ese vínculo de confianza existente entre ambos. Ese vínculo es bidireccional, ya que normalmente esa gente en la que has confiado confiará en ti también. De esta manera a lo largo de las experiencias uno va rodeándose de gente de confianza cuya palabra tiene incluso más valor que un frío papel empapado en tinta. Ese tipo de gente es de la que uno debe rodearse aunque también es cierto que es sin duda la más difícil de encontrar. Este es el mejor de los casos: tú confías en alguien y ese alguien no te defrauda, pero ¿qué pasa si confías en alguien en quién no debías y te juega una mala pasada?

En ese caso la sensación es bastante más desagradable. Al fin y al cabo tal y como dice Laurence Cornu, “La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro.” y como cualquier hipótesis siempre tiene algo de incierto. Pero lo que uno siente cuando defraudan a su confianza es, sea cual sea el motivo de dicho fraude, una terrible sensación mezcla de engaño, duda y por supuesto desconfianza. Una desconfianza que dependiendo del asunto y el fraude en cuestión puede no convertirse nunca más en confianza. Dentro de esas situaciones el caso más irritante es el de aquellas personas que aprovechan la confianza labrada a lo largo del tiempo para fallarte en el momento más inoportuno. No importa que nunca me hayas fallado en cosas insignificantes si al final me fallas cuando más te necesito, así funcionan las cosas.

Al final yo veo la confianza como una balanza. La gente que te ha pedido su confianza y no te ha fallado tiene la balanza totalmente de un lado. La gente que de buenas a primeras te falla de forma sistemática romperá la balanza de forma irreparable y aquellas que te fallan en las situaciones más importantes tendrán que poner mucho peso del otro lado para no terminar de romper la balanza.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguien dijo que, es prudente no confiar en quién te ha mentido una vez. La confianza que los demás depositan en nosotros es un bien sagrado que debemos proteger a capa y espada. Buen artículo Toni :-)

Álex Vivancos dijo...

Grande!! Es una de las claves de mi vida. Mis padres me han criado en total confianza por defecto, y mientras no la traicionara, tendría total libertad de movimientos.

Eso mismo lo aplico a mi vida con la gente me rodea.

Toni, sólo te digo una cosa, creo 100% que la persona que confía en la gente por defecto, le irá mucho mejor que a la que desconfía. Eso no quiere decir que el que confía no se lleve hostias como panes, pero seguro que disfrutará más y mejor.

Conclusión, si a todos nos gusta que confíen en nosotros, ¿cómo no vamos a confiar nosotros en los demás??!!

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