viernes, 9 de julio de 2010

El miedo, ese mal consejero

Llegan momentos en la vida en que uno se ve empujado, sin quererlo, a tomar decisiones. Cuando la salida de ese túnel infinito que os presenté la semana pasada sigue moviéndose sin intención alguna de parar para dejarnos ver la luz que tanto prometía, es momento de tomar decisiones. No precisamente fáciles, pero decisiones al fin y al cabo.

Y llegados a este punto es difícil valorar de forma fría los pros y contras de cada opción: tomar la salida de emergencia, esperar por fin que la salida deje de moverse, seguir corriendo hacia ella a sabiendas de que el oxígeno se puede terminar a mitad de camino...

Pero en cualquiera de las opciones que supongan un cambio, existe un factor común que todos conocemos muy bien, EL MIEDO. Ese miedo a tomar la decisión correcta y no equivocarse, ese miedo a volver la mirada atrás y darte cuenta que no has elegido la mejor opción, ese miedo al cambio, a empezar de cero.

Como bien decía El canto del Loco en su canción Y si el miedo: Y si el miedo me arrastra hasta el sitio en que no quiero estar, y si el miedo me gana este pulso, y si el miedo me invita a mí solo a jugar...pues ante todo eso sólo queda una opción: darle la espalda a ese miedo que nos impide enfrentarnos a la realidad y mirar hacia delante.

Dicho todo esto, no es nada fácil deshacerse de ese miedo que te impide ver las cosas con claridad, que te hace ver sólo los contras de esas opciones que suponen un cambio, que llena de obstáculos las mismas y que al fin y al cabo te empujan a no tomar una decisión "arriesgada". Forma parte de nuestro subconsciente, pero en el fondo es MIEDO.

Ante este tipo de situaciones como he comentado antes es importante no tener miedo al cambio, no debe plantearse esa opción como "y si en vez de ir a mejor voy a peor", si no todo lo contrario, se debería pensar "seguro que todo va a ir mejor" y usar ese planteamiento como motivación para tomar decisiones que no te hagan estar las 24h del día pensando en que te has equivocado o no te has equivocado. Y digo esto porque normalmente el miedo del que hablo no es realmente miedo a que la que uno haya elegido sea la mejor opción, sino a que lo que uno deja atrás se convierta en un oasis que rebose felicidad y éxito. Ante esto sólo cabe una opción alegrarte por partida doble, por un lado por quiénes dejas atrás y por ti por haber sido lo suficientemente "arriesgado" para tomar esa decisión a la que el miedo nunca te habría empujado.

Es por todo esto por lo que creo que el miedo es junto a las prisas el peor de los consejeros, pero el primero de ellos puede minimizarse mediante actitudes y planteamientos como los planteados en líneas anteriores, por desgracia el segundo no depende de uno mismo.

La conclusión a tanta reflexión es que nunca se deben tomar las decisiones pensando en lo que se deja atrás, si no en lo que se tiene por delante.

1 comentario:

Unknown dijo...

Enhorabuena por este magnífico artículo, amigo Toni. Tu reflexión no es más que el ALTAVOZ de cuantos pensamos como tu, llevada a un punto ¨punset-iano¨ que sólo un gran pensador como tu podría hacer, pero no lo decimos por MIEDO. Ahora, querido amigo, sólo cabe creer en el destino, y pensar, sin dudarlo, que cualquier decisión tomada será la correcta.

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