lunes, 11 de octubre de 2010

Rencor o perdón

He pensado muchas veces en mi vida acerca de la dualidad existente entre el perdón y el rencor. Mucha gente opina que se trata de conceptos indivisibles, que por mucho que uno quiera no se puede dejar de guardar rencor a pesar de poder perdonar. Otros opinan que uno no perdona de verdad si en el fondo sigue guardando rencor a quien le ha hecho daño. Es aquí donde toma valor esa famosa frase, más propia de un western que del siglo XXI, "Perdono pero no olvido". Quien dice eso no sabe perdonar. Ni tiene intención de aprender. No se puede perdonar amenazando. Yo soy de la opinión de que todo depende de lo que uno tenga que perdonar.

De lo que sí estoy seguro es de que sólo la gente que sabe pedir perdón a tiempo podrá sentir la tranquilidad que le permita levantarse todos los días con la cabeza alta. Existen personas que por mucho que sepan que han cometido un error no serán capaces durante toda su existencia de pedir perdón, y lo peor de todo es que no saben el daño que se infringen a sí mismo tomando ese camino. El ser humano ha nacido para ser imperfecto y equivocarse, de eso no hay duda, por lo tanto en su propia naturaleza debería residir el gen del arrepentimiento, de esa acción que le permita limpiar ese mal sentimiento que todos tenemos cuando sabemos que nos hemos equivocado; que sin quererlo hemos podido hacer daño a alguien o incluso que se lo hemos hecho de forma premeditada.

Esa capacidad de pedir perdón es un paso para hacer mejor a las personas. Es algo muy similar a lo que ocurre con las personas que no saben admitir sus errores. Que siempre piensan que las cosas han salido mal por culpa de otros. Cuando alguien no es capaz de admitir que ha hecho algo mal (todos lo hacemos) nunca será capaz de corregirlo y de esa manera no evolucionará como individuo. Pero esa aceptación de la imperfección debe ser sincera, de nada sirve decir que uno se ha equivocado si realmente no piensa que es así. Aunque peor aún es no aceptarlo nunca.

Pero lo que se debe tener siempre muy claro es que el perdón requiere de dos partes, de nada sirve pedir perdón si quien debe aceptarlo no lo hace, y por desgracia muchas veces eso ocurre. Existen actos, comportamientos, actitudes que no se pueden perdonar de buenas a primeras. Que sólo el tiempo, y no siempre, puede permitir perdonar. ¿Cuánto tiempo? ¿Cómo hacerlo?. Normalmente ni uno mismo tiene la capacidad de decidir esas cuestiones. De repente un día se siente que ha llegado el momento y la situación en la que debe pasar página, borrar cualquier recuerdo amargo que no le permita aceptar esas disculpas. Pero eso es muchas veces demasiado complicado por el daño sufrido.

El rencor (Resentimiento arraigado y persistente. RAE) podría considerarse lo contrario del perdón, aquello que impide a alguien aceptar las disculpas. Es algo que pasa a formar parte del individuo, un lado oscuro que sólo se muestra cuando uno se refiere a esas experiencias o personas que le han hecho sentirse así, pero que se lleva dentro al fin y al cabo. No es para nada aconsejable vivir la vida desde ese sentimiento, pero tal y como pasaba con el perdón, muchas veces uno no tiene elección; es su propia naturaleza la que le obliga a sentirlo.

Espero que no parezca que estas líneas están escritas desde ese rencor que acabo de definir en estas líneas, aunque muchas veces como también decía es imposible no hacerlo cuando las experiencias te han llevado a ese punto. Tal y como indicaba al principio todo depende de lo que uno tenga que perdonar. Al final puede que las frases de los western no vayan tan desencaminadas.

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