Que nadie se asuste que no voy a convertir este blog en un aburrido y profundo baúl de debates políticos. Este post no tiene nada que ver con rosas o gaviotas, con derecha o izquierda, sólo intenta ofrecer un punto de vista crítico acerca de una de las principales deficiencias que un servidor percibe en los mecanismos que rigen al país en el que a uno le ha tocado vivir.Tras más de dos años trabajando al servicio de la Administración Pública uno es capaz de tener una opinión con criterio acerca de uno de esos aspectos de los que casi todo el mundo duda pero de lo que casi nadie habla: los concursos públicos.
Quede claro antes de nada que esta opinión no es una pataleta después de una mala experiencia, o un calentón tras una derrota digamos "irregular". Muchas otras veces hemos sido nosotros los ganadores y la opinión al respecto se ha mantenido intacta. Espero que esto quede muy claro.
Uno entiende que los concursos públicos tienen por objetivo el fomento de la competencia de cara a mejorar en todos los aspectos las infraestructuras y servicios de un municipio. Ése debería ser en un principio la razón de ser de estos concursos públicos, pero con el paso del tiempo y con la experiencia adquirida uno se da cuenta rápidamente que ese objetivo queda en un segundo plano respecto a intereses de otra índole para el municipio o el adjudicatario. A mucha gente esto le sonará a un capítulo del folletín Camps/Correa, pero ese caso no es más que la punta del iceberg para un mecanismo que a día de hoy no ofrece los resultados que la Administración Central creo que desearía.
No tengo intención de mencionar casos concretos ni detalles escabrosos que muchos de vosotros estaréis esperando, porque al fin y al cabo no son más que percepciones que uno tiene y no puede probar de ninguna de las maneras, pero ese tufillo a podrido en muchos de los concursos para los que un servidor y sus compañeros han tenido que preparar grandes ofertas llenas de horas de trabajo y esfuerzo invade el aire que nos rodea.
La situación es muy sencilla. No soy un entendido en leyes ni lo pretendo, pero de lo que he aprendido espero poder daros un vistazo de cómo es el proceso de adjudicación de este tipo de concursos.
Los concursos se adjudican en función de una puntuación, habitualmente hasta 100 puntos, de los que como máximo 49 puntos pueden ofrecerse de forma subjetiva. El resto de puntos se adjudican a través de mecanismos automáticos dado que no están sujetos a juicios de valor (precio, duración de la garantía, plazo de ejecución,...). De esta manera uno puede pensar que se evitan las adjudicaciones "a dedo" dado que a "un amigo" uno sólo puede otorgarle 49 puntos y eso no te puede asegurar la victoria. Pero eso no es tan así, ya que es prácticamente imposible que de los 51 puntos restantes "un amigo" saque 0 puntos. En este escenario bastaría puntuar con la cantidad de puntos necesaria "al amigo" y dejar al resto de licitadores con los puntos necesarios para quedar ligeramente por detrás.
Llegados a este punto uno tiene que fiarse de esas personas encargadas de emitir los juicios de valor, pero muchas dudas atacan a la consciencia:
-¿No ayudarías tú a un amigo en mala situación si estuviera en tus manos?
-¿No intentarías que un familiar fuera el adjudicatario de dichos concursos?
-¿No cederías a posibles presiones externas para variar dichos juicios de valor?
Pues para mí sinceramente sería muy difícil no verme influenciado por ninguno de esos u otros factores a la hora de llevar a cabo mi juicio, así es que supongo que la naturaleza del ser humano es el principal problema para evitar la óptima evolución del país.
Ojalá alguien diera con la solución a este problema, dado que los principales beneficiados seríamos los contribuyentes y los trabajadores "no politizados".
A ver si entre todos arreglamos el país ;D
No hay comentarios:
Publicar un comentario